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Seis pasos que no debes olvidar, para un buen entrenamiento

Características de un buen entrenamiento

  1. Calentamiento

Antes de empezar con cualquier tipo de entrenamiento es imprescindible realizar el calentamiento de los músculos que vayamos a trabajar. Para ello se recomienda hacer movimientos que requieran gran parte de tu cuerpo o hacer un par de repeticiones a baja intensidad de cada uno de los ejercicios que hayas planeado para la sesión.

  1. Estiramientos

Los estiramientos estáticos son una de las mejores maneras de evitar lesiones, aumentar la flexibilidad de los músculos y el rendimiento general de los mismos. A pesar de que no tienen buena fama porque hay quien dice que pueden perjudicar la fuerza y potencia en deportes explosivos, lo cierto es que esos efectos sólo se notan en deportistas de élite y en general son siempre recomendables.

  1. Progresión

Un buen entrenamiento no debe empezar a la máxima potencia desde el primer momento. Hay que ir aumentando la intensidad de los ejercicios hasta llegar al límite de manera progresiva. Así los músculos se van adaptando a los nuevos esfuerzos requeridos y vamos preparando nuestro cuerpo para retos más complicados.

  1. Variedad

Un buen entrenamiento debe incluir una gran variedad de ejercicios. De nada sirve hacer 1000 abdominales si luego no trabajamos algo de brazos y piernas. Los entrenamientos más completos son aquellos que trabajan los mayores grupos musculares y lo hacen de manera conjunta.

  1. Descanso

El descanso se debe valorar a dos niveles diferentes. Dentro de una misma sesión de entrenamiento, el descanso se debe limitar al mínimo posible. Aproximadamente un minuto entre series, pero no mucho más porque los músculos se enfrían. El descanso sí es clave entre sesiones de entrenamiento diferentes, entre las cuales se recomienda dejar unas 24h.

  1. Duración limitada

Un buen entrenamiento no debe durar eternamente. Es más, si somos capaces de aguantar el entrenamiento un tiempo ilimitado lo más probable es que no estemos haciéndolo bien. Se supone que la intensidad a la que debemos trabajar debe ser la máxima a la que nuestro cuerpo nos permite.

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