
Igual que al hablar de velocidad, cuando trabajamos “suave”, el mayor sentido que estamos entrenando es el tacto. La presión sobre nuestra piel se detecta con nuestros mecanorreceptores. La propiocepción también es muy relevante. La mecanorrecepción y la propiocepción juntas son mucho más sensibles (aproximadamente siete veces) que la mecanorrecepción sola.
La Ley de Weber establece esencialmente que nuestra capacidad de detectar los cambios(diferencias de magnitud) en la fuerza (presión) es proporcional a la magnitud del estímulo inicial. Así, cuanto mayor sea la fuerza inicial, mayor será el cambio para poder percibir ese cambio; usar menos presión (practicar más suave) permitiría detectar antes los cambios en la presión.
Pero una vez más, necesitamos colaboración mutua. Intentar sentir, y dejar al compañero que sienta. No es así en un encuentro competitivo, donde no nos interesará que el oponente lea nuestras acciones. Pero esto lo lograremos siendo “discretos”, y eso se consigue entrenando suave en pareja. Bloquearnos en el tuishou/chisao nos llevará a ser obvios y rígidos más tarde para el oponente.