La persona que tiende genéticamente a la negatividad, tiene la esperanza de superarla entrenando y la que tiene una personalidad en la que prevalece la positividad, siempre puede potenciarla.
La vida, sin embargo, no pone fácil mantener una actitud optimista. Existen factores que contribuyen a generar el ambiente de pesimismo. Indentifica dos tipos. Los factores predisponentes se materializan en las situaciones del día a día que provocan acumulación de tensión y de cambios de ánimo de los que el individuo no suele ser consciente. Por ejemplo, una discusión de pareja o una mala noticia en el trabajo. “Son circunstancias que predisponen a uno a perder el control y que, si se les presta atención, se acumulan hasta generar factores precipitantes”, describe. Estos últimos, los defino como las situaciones en las que se pierde el control y se actúa de manera poco asertiva. “Se producen cuando se grita, se pierden los nervios o cuando uno decide aislarse”.
Mantener una buena actitud en estos momentos consiste en prestar la misma atención a los pensamientos positivos que a los negativos. “Esto permite no ir amontonando un malestar que puede acabar generando ese factor precipitante”.
¿Cómo se desarrolla el pensamiento positivo?
Hay unos circuitos neurológicos asociados al optimismo. “Están localizados en el neocórtex prefrontal, donde está la frente. Ahí se sitúa la capacidad para afrontar el abatimiento ante situaciones difíciles”, explica. Cuando estos circuitos se entrenan mediante el hábito, producen el cambio del pensamiento negativo al neutro y de este al positivo.
“Por ejemplo, si al levantarse por la mañana el primer pensamiento es negativo, del tipo: ‘¡Otro día más, todavía es jueves, qué lentamente pasa la semana!’, se está activando una actitud que lleva a un tipo particular de conducta. Es como cuando uno va por una carretera y siempre coge el mismo desvío”,.
Para acabar con esa tendencia pesimista, el mensaje matutino debe ser diferente: “¡Venga, un día más, vamos a ver qué cosas buenas pueden pasar hoy!”, por ejemplo. Esto no significa, advierte Royo, que la vida vaya a cambiar de golpe. “La existencia no se volverá de color de rosa, pero se está alterando el circuito neurológico habitual”. Se trata de un cambio que puede hacerse desde la parte cognitiva; desde la parte conductual, las cosas que se hacen; pero también desde la emocional, las cosas que se sienten.
“Solamente con darse cuenta ya se está haciendo mucho, es una primera llamada de atención. Se asemeja a ir por una carretera por la que se va siempre, pero ahora se perciben los otros coches, los árboles del entorno… Se deja de automatizar las emociones negativas, como la ansiedad o la tristeza, que producen el pesimismo”. Esta atención es la clave para fomentar la positividad. El Spartan Training- Yoga , precisamente, es una técnica que propone a las personas desarrollar una atención plena y consciente.
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